¿Nos atrevemos a pedir opinión sobre nuestra gestión?
Es
importante que en los equipos haya una cultura de intercambio de opiniones y
que esta incluya al superior. El feedback es también una herramienta de
reconocimiento en el trabajo, y esto lo convierte en un elemento muy ligado a
la motivación.
Cuando
se trata de temas operativos, las valoraciones deben fluir de manera muy
natural y es la forma de hacer que un proyecto o tarea llegue a buen puerto.
Aquí hablamos de dar indicaciones, resaltar puntos a tener en cuenta o poner de
manifiesto áreas que deben ser reforzadas. Pero cuando se trata de valorar la
gestión de la persona u opinar sobre cómo ha desarrollado un proyecto, aquí debemos
ser más cuidadosos y, sobre todo, ir preparados con datos objetivos y ejemplos
concretos, tanto para resaltar en positivo como en negativo. Todos entendemos
mejor los hechos y datos que las opiniones, que podemos compartir o no. Este
tipo de feedback requiere una conversación cara a cara y mirarse a los
ojos. Un correo electrónico no es la mejor forma de dar o recibir feedback,
seguro.
Como
líder, debes esforzarte por pedir y aceptar valoraciones, incluso las
negativas. Esto debe servirte para avanzar, para salir de tu burbuja y también
para dar ejemplo al resto de la organización. Si el jefe se deja evaluar y
acepta críticas, ¿quién no lo hará? Además, normalmente las contribuciones
estarán bien pensadas y fundamentadas, porque cuando se trata de opinar sobre
las acciones de un superior, ningún colaborador vendrá con comentarios frívolos
y poco elaborados. Esto, visto de manera positiva, será seguramente una fuente
importante de innovación. Imagina terminar la conversación con un escenario y
unas ideas que tú solo no habías considerado.
Está
claro que solo el líder humilde pedirá ser evaluado en su gestión y será
genuino. No es el ejercicio más fácil de hacer, pero los colaboradores deben
aprovecharlo y ofrecer esta colaboración. La empresa saldrá ganando, y el
profesional también. Este perfil se dirigirá al colaborador y le hará
preguntas, esperando respuestas. Y si las conversaciones son de calidad y
multidireccionales, mucho mejor.
Para
el perfil de directivo altivo y engreído, este ejercicio es inútil e incómodo; no
lo necesita porque parte de la premisa de que ya lo sabe todo y que, por estar
en la cima de la estructura, ya tiene todos los conocimientos. Este individuo
no se retroalimenta de los colaboradores y es posible que no maneje bien las
críticas o sugerencias. ¿Podéis imaginar decirle a Donald Trump que no estás de
acuerdo con alguna de sus acciones...? pues eso. Estos líderes van perdiendo
valor con el tiempo porque no se nutren de los colaboradores, quienes, en poco
tiempo, solo dirán lo que quiere ser escuchado.
Creo
sinceramente que buscar la opinión de los demás sobre tus acciones es
inteligente y la mejor manera de mejorar. Un buen directivo debe ofrecer
retroalimentación de calidad a sus colaboradores, pero también debe solicitarla
sobre su gestión.
El
líder que mantiene conversaciones es mucho más interesante que aquel que va por
la vida —por la empresa— dando clases magistrales y espera ser aplaudido al
final de cada una de ellas.
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