¿Gracias a ti o a pesar de ti?

Las empresas cosechan triunfos y fracasos, es normal. Si hemos salido damnificados, toca asumir y reflexionar: ¿Qué nos ha faltado, ¿Qué no hemos sabido entender de lo que necesitaba el cliente? Y para adelante. Y si hemos lanzado un buen producto, una buena campaña o hemos sabido realizar una buena propuesta de valor a un cliente, hay que felicitar al equipo que lo ha conseguido y dar reconocimiento justo del éxito

Pero también ocurren circunstancias y es aquí es cuando se manifiesta el patrón de los directivos afortunados, aquellos que están en el lugar adecuado en el momento oportuno, a menudo sin contribuir realmente al éxito. Es sano analizar en qué medida los resultados son atribuibles a tus acciones y decisiones, y en qué medida son el resultado de circunstancias externas favorables. A menudo, el viento sopla a favor de ciertas empresas o líderes, y es importante reconocer esto en lugar de atribuirse todo el mérito a uno mismo.

Vale la pena examinar en conciencia qué parte de los resultados se debe a tu labor y qué parte es gracias a una inercia que no tiene nada que ver contigo. Tuve un jefe que era una medallista profesional; no perdía la oportunidad de lucir la medalla, pero a menudo lo hacía sin siquiera haber participado en la carrera. Como en el deporte, cuando esto se evidencia, quedas descalificado, al menos ante tu equipo, que sí ha trabajado y sabe que ni siquiera estuviste en los entrenamientos.

Todos admitimos que el jefe se lleva la medalla de oro, pero cuando el personaje se vanagloria de sus excelencias en la gestión sin que haya una base sólida y reconocida por el entorno, no gusta, y es cuando puedes escuchar frases en los pasillos tales como: «Este cree que todo esto es gracias a él, cuando precisamente lo hemos logrado a pesar de él».

Hay grandes marcas, ya pocas, pero aún existen, que acumulan empleados arrogantes que se jactan de los resultados y las cuotas de mercado de la empresa que representan. En algunos casos que he conocido de cerca, los resultados de la filial del país tienen más que ver con la fuerza de la marca en el mercado y las sólidas campañas internacionales que con la gestión del equipo local; este está más ocupado mirándose el ombligo que trabajando de verdad. Estas grandes empresas sufrirán a largo plazo si no son capaces de renovar sus equipos locales. O durarán mientras duren los dólares estadounidenses, invertidos para crear demanda a través de las marcas.

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