Que lideren en positivo III

Hay un concepto en el que creo mucho y es el concepto del salario emocional. Si el directivo sabe gestionar este intangible, aportará un gran valor a la organización. Todos hemos escuchado muchas veces expresiones del tipo: «Me quedo aquí por el buen ambiente» o «trabajar con buen rollo no tiene precio». Entonces, estamos hablando de eso, del gran capital que tenemos si la gente está con nosotros por cómo se siente y no solo por cómo los retribuimos económicamente.

Un informe de Adecco de antes de la pandemia demuestra que el 60% de los trabajadores estaría dispuesto a sacrificar parte de su sueldo a cambio de emociones positivas en el trabajo. Esta cifra va en aumento y se cree que actualmente el porcentaje se elevaría hasta un 70%. El que un trabajador se platee renunciar a dinero a cambio de felicidad y tranquilidad me parece de todo menos normal y debería dar pie a una profunda reflexión de cómo dirigimos las empresas y cómo tratamos a las personas.

Con unos salarios justísimos para poder llegar a fin de mes o insuficientes para poderte pagar unas buenas vacaciones con la familia, ¿Cómo de apurado debes estar para pensar que renunciarías a dinero a cambio de tranquilidad y un buen entorno de trabajo?

Los equipos no piden tanto, solo quieren ser escuchados, poder manifestar libremente su opinión, que les agradezcan sus aportaciones al negocio y desarrollar su actividad en un buen clima de trabajo, sin coacciones ni subidas de tono. El manager que lo lleve a cabo de manera constante y genuina ejercerá una gran influencia sobre el grupo. Y liderar es influir.

El ambiente distendido, donde caben el humor y las risas es un arma poderosísima y va muy ligado a la creatividad y la innovación. Si nos reunimos para compartir y celebrar estaremos en un estadio dónde la persona está mucho más predispuesta a trabajar en equipo y a emprender nuevos retos, con estos compañeros de viaje.  

Me sorprende aquellos directivos que se enorgullecen de la alta productividad de sus equipos cuando los ves a todos en silencio, delante de las pantallas. Todo muy serio, todo muy profesional, todo muy aburrido.

Yo empecé mi carrera profesional trabajando para empresas americanas y marcas poderosas. Combinaban muy bien la presión con la diversión y se fomentaban los actos y espacios de ocio. Años más tarde, me incorporé a una empresa alemana: edificio de moqueta, amplios y solitarios despachos, todo organizado y con poco espacio para la espontaneidad. Los primeros seis meses pensé que me había equivocado y después … me adapté, pero echaba de menos la charla de pasillo, el chiste de mi colega, ¡el ruido!

 

Liderar en positivo es siempre sinónimo de éxito, y no es posible una vinculación del trabajador con la empresa si no hay libertad de expresión y un buen ambiente de trabajo.

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