Que
lideren en positivo II
Existe
una relación directa entre el liderazgo positivo, traducido en un buen clima
laboral, y el compromiso y la vinculación del trabajador con la empresa. Pero
está claro que, aunque las evidencias vayan en esta dirección, no debe ser
fácil de lograr. Leo en un artículo del IESE que, a nivel mundial, solo el 15%
de los trabajadores se sienten comprometidos con la empresa, lo que significa
que el 85% muestra actitudes de «no comprometidos» y de estos hay un 25% que se
manifiestan como «activamente desvinculados». Es fácil imaginar que este
porcentaje actúa como una mancha de petróleo que contamina allá donde llega.
Los
departamentos de recursos humanos, los comités de dirección, todos los
estamentos superiores de las organizaciones debaten largamente sobre cómo
mejorar el clima empresarial, cómo fomentar la vinculación con la empresa y la
retención del talento, pero pocos afinan en ver que una buena parte de la
solución está en analizar la calidad de los propios directivos que están en la
sala. Contratar consultores, agencias y "coaches" para resolver lo
que el propio equipo directivo genera no parece muy inteligente. No se hace
autocrítica para decir: si nuestros equipos están así, tal vez nosotros, equipo
directivo, no estamos haciendo bien las cosas. Es más fácil echar balones
fuera, gastar dinero en planes de mejora y excusas.
La
mayoría de los estudios y cuestionarios de satisfacción en los que se aborda la
cuestión del clima laboral determina que hay tres elementos motivadores que
movilizan a los trabajadores: sentirse reconocido, sentirse parte del
ecosistema y el tercero, el salario.
Una
de las peores sensaciones que se puede provocar dentro de una organización es
la falta de libertad de expresión. Cuando un empleado no encuentra un clima
adecuado para expresar su opinión, lo que hará es desvincularse automáticamente
del proyecto y convertirse en un simple peón. Hago lo que me dicen y nada más,
porque no se lo merecen. Y tiene razón, no se lo merecen, han castigado la
aportación de ideas y han fomentado la voz única y autocrática del jefe
supremo. ¿No sería tristísima una familia en la que en la cena solo hablara el
padre o la madre y los demás miraran el plato? Pues igual de triste es una
reunión en la que solo el jefe expone su munición y el resto del grupo se
refugia tras pantallas y mirando el reloj. Pero solo depende del directivo
cambiar eso. El mismo equipo dará más o menos de sí dependiendo de quién lo
estimule, es así de básico.
También
se debe tener en cuenta el momento en que se encuentra la empresa y el mercado.
Es mucho más fácil dirigir o liderar de manera positiva cuando los resultados
son buenos, cuando todos cobran sus variables y cuando vienen los de la central
a felicitarte por los resultados del país, que cuando estamos en época de
crisis y los resultados están por debajo de lo esperado. Pero aquí es cuando
cobra aún más importancia el liderazgo positivo. Si el director trabaja en
equipo, implica al grupo en la búsqueda de soluciones y estimula el riesgo de
innovar y asume las posibles acciones fallidas, el equipo remará fuerte y unido
y saldrá reforzado de la tempestad. Y habrá aprendido mucho en el camino.
Además,
cuando un empleado está pasando por un mal momento, ya sea por causas
personales o por cuestiones de trabajo, y su jefe se muestra cercano,
comprensivo y lo anima a seguir adelante, lo tendrá a su lado para siempre. La
gente no olvida quién les ayudó cuando lo necesitaban, al igual que no olvidan
quién les cortó las alas y los menospreció. Justo, ¿verdad?
Seguimos!
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