Que
se ganen la autoridad.
«Un
líder lidera, por ejemplo, no por la fuerza» - Sun Tzu
En
estos últimos tiempos se habla mucho de la marca personal, de que se debe
trabajar, cuidar y tener bien definida. La marca es tu identidad, lo que te
hace único.
Quiero
compartir con vosotros cómo el equipo de mi última empresa me definió, porque
me gusta hacer de esa palabra mi marca personal. Cuando llevaba unos tres meses
en la empresa, tuve un café con una buena compañera y ella me dijo: «¿Quieres
saber qué se dice de ti en la empresa, lo que piensa la gente de tu
departamento?» Le respondí que sí, por supuesto, pero admito que pensé... ¡Ay,
ahora!
Y
ella me dijo: «Pues los tienen a todos alucinados porque eres NORMAL. Te ven
como una PERSONA NORMAL». En ese momento me puse a reír y no le di más
importancia, pero ahora, viéndolo con perspectiva, pienso que es triste que ser
normal deba ser un elogio.
Precisamente,
una de las cualidades más valiosas de un directivo debe ser mantener esa «normalidad»
que le permita ver la realidad tal como es y desde diferentes ángulos. Si eres
(A) NORMAL, lo que sucede es que solo te dicen lo que quieres oír, lo que tu
piensas y eso ya sabemos que no aporta ningún valor, solo alimenta el ego. Recordemos
lo que
revelan los diferentes estudios:
sobre un 40% de los
empleados no aguanta a sus jefes y el 30% piensa que trabaja bajo la dirección
de un incompetente.
También
perdura en algunas cabezas el falso mito de que para tener autoridad debes ser
duro, insensible y llevar el látigo atado a los pantalones. Son directivos que
no saben ganarse a los equipos de otra forma y utilizan el miedo como
instrumento de gestión, con la pretensión de tener a la gente bajo un falso
control. Este mito ha muerto, afortunadamente, y a los pocos directivos que lo
ejercen, les quedan cuatro días.
Otro
perfil es aquel que todavía cree que la única autoridad necesaria es la que le
proporcionan los resultados. Los buenos resultados allanan el camino, es cierto
y te hacen ganar tiempo, pero no te avalan necesariamente como buen líder. Si
ofreces buenos resultados seguramente tendrás a tu jefe contento, pero no
necesariamente a tu equipo y liderar mira para abajo.
Me
planteo entonces qué es realmente la autoridad en el mundo empresarial. ¿Es que
cuando damos una orden o instrucción, los equipos la sigan? No tiene mucho
misterio, ya que normalmente los equipos lo hacen. Un equipo «sano» seguirá las
órdenes que su superior le dé. No hay equipos que se nieguen a seguir las
indicaciones si no hay un problema grave detrás o un conflicto no resuelto, si
no hay una voluntad del grupo acordada para la desobediencia, por ejemplo, para
comenzar una huelga, y si no hay intenciones ocultas, por ejemplo, querer ser
despedido.
Pero
diremos que, en una situación normal, el directivo da indicaciones y el equipo
las lleva a cabo. Es el propio sistema el que aporta autoridad, no la persona.
Hay directivos muy malos y son obedecidos, ¿y dónde está el mérito? Son
obedecidos porque el equipo entiende cómo funcionan las jerarquías en las
empresas, pero nada más. Que te obedezcan no significa que estés dirigiendo
bien y mucho menos inspirando. Simplemente significa que la gente quiere
mantener su trabajo y pagar sus facturas. Aquí hablamos de la autoridad
racional, la que se debe al cargo, no a la persona. Cuando ese directivo deje
el cargo, perderá toda la autoridad y esta pasará al siguiente. Sin más huella
que esta.
Comentarios
Publicar un comentario