Que no contaminen


Nuestro principal deseo es encontrar a alguien que nos inspire a ser lo que sabemos que podríamos ser. - W. Emerson


Todos sabemos y seguramente hemos experimentado más de una vez el efecto perjudicial de una persona negativa dentro de un equipo. Esta persona se dedica a esparcir su frustración al primero que le quiera escuchar y su objetivo es aumentar el nivel de negatividad y queja del grupo para no sentirse solo/a. Busca comprensión y afirmación en su desgracia. Son perfiles peligrosos por su toxicidad. La solución en estas situaciones es bastante sencilla: se debe sacar la manzana podrida del cesto lo antes posible para que no pudra al resto.

Pero si el que está quemado es el jefe es cuando la ecuación se complica. En este caso, el equipo lo tiene difícil, francamente, porque es muy complicado poder sacudirte la negatividad que te llega desde arriba y sin paraguas. Además, estos individuos no permiten que te muevas de su lado y exigen alineamiento. Una lástima, la verdad.

Creo sinceramente que uno de los errores más comunes que cometen los directivos es no saber encontrar otras formas de neutralizar sus frustraciones que compartirlas continuamente con el equipo. Supongo que se busca cierta compasión, consuelo, una supuesta empatía haciendo que el equipo vea lo mal que se vive arriba... ¡Fatal!. Es cierto que la tentación es grande, especialmente cuando tú, como directivo, te sientes solo, presionado y no estás pasando por un buen momento. Lo más fácil es apelar a su comprensión al involucrarlos en situaciones y conversaciones que no deberían saber y que tú deberías ahorrarles. Cuando los directivos estamos "quemados" porque no nos entendemos con nuestro jefe o porque ya nos vemos apartados de las grandes ligas o por lo que sea, comenzamos a hablar mal de la organización y de quien la dirige y empezamos a contaminar a nuestro equipo. No favorece en absoluto a nadie. La negatividad dirigida es una de las malas prácticas demasiado comunes en las organizaciones.

Honestamente, si no podemos contener nuestras frustraciones y no podemos absorber las presiones de arriba, deberíamos apartarnos para proteger a los equipos que, al final, son los que garantizan la viabilidad de las empresas. Porque no nos engañemos, algunas empresas sobrevivirían sin un equipo directivo durante un tiempo limitado, incluso bastante tiempo, pero no conozco ninguna que pudiera sobrevivir sin su base. Los equipos nos necesitan para marcar el rumbo, para tomar las grandes decisiones, pero no nos necesitan para el día a día; se desenvuelven mejor solos que mal dirigidos.

Es aceptable que tengas un mal día, que hayas estado sometido a una fuerte presión o que salgas de una reunión desastrosa en la que no hayas salido bien parado y te desahogues con un colaborador, pero aquí no hablamos de eso, aquí hablamos de directivos que, como las cosas no van como ellos esperan o creen que merecen, asumen un papel de víctima y de crítica, y lo comparten de manera regular y continua con su equipo. Es muy complicado que, si todos los días te hablan mal de la dirección de la empresa, del equipo directivo o del equipo internacional y te comparten sus malas praxis, tú, como empleado, puedas mantener una actitud optimista, creativa y confiada en que esta es la organización ideal para hacer carrera.

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