Nutrir al equipo
Vamos a ir desgranando en los siguientes posts los
deberes fundamentales que todo líder debería cumplir y el primero y que hoy nos
ocupa es que este debería preocuparse por nutrir al equipo que lidera.
Dirigir un equipo es contribuir al crecimiento de los profesionales
que lo componen, al mismo tiempo que se logran los objetivos establecidos por
la organización. Creo que ambas cosas deben cumplirse, ya que ambas son
esenciales. Por un lado, estamos aquí para contribuir al crecimiento de la
empresa, pero eso no entra en conflicto con fomentar el crecimiento del equipo,
sino todo lo contrario.
Cuando un nuevo líder llega a un equipo, llegan nuevas
ideas, nuevas reglas, nuevas prioridades y nuevos puntos de vista, lo que hace
que el equipo se renueve y evolucione, piense, repiense y cuestione cómo se han
hecho las cosas hasta ese momento. Creo que un cambio de liderazgo de vez en
cuando es bueno para el equipo, siempre y cuando, por supuesto, se acierte con
el perfil adecuado.
Sin embargo, ocurre con demasiada frecuencia que los directivos,
especialmente si nos sentimos cómodos y en edades peligrosas, tendemos a
aferrarnos a nuestros puestos y a evitar provocar cambios; en lugar de eso,
dejamos de arriesgar.
Esta etapa es perjudicial para el equipo. Un líder que no propone cosas nuevas, que no toma riesgos, que no genera movimiento es un líder estancado que ya no tiene nada que ofrecer y que, si realmente pensara en el equipo, debería irse. Pero, por supuesto, esto no lo hace nadie. Nos estamos secando porque no buscamos nuevas fuentes y todo el equipo sufre esta sequía. Si el período es muy evidente y largo, tal vez la empresa tome la iniciativa y provoque la salida del líder, pero esto sucede, en el mejor de los casos, después de mucho tiempo de sequía. Ahora tocará revitalizar a los supervivientes.
Ser directivo implica autoexigencia, responsabilidad en las
decisiones empresariales y responsabilidad en las acciones con los equipos.
Por lo general, los tres primeros años en un nuevo puesto
son muy productivos: aportas muchas ideas sobre el negocio, nuevas formas de
hacer las cosas, tienes prioridades claras y un plan de acción que detalla las
acciones a llevar a cabo. Además, eres una novedad y el equipo está receptivo a
tu mensaje. Pero con el paso de los años, ya todos saben lo que piensas, cómo
piensas y cuáles eran tus prioridades. Es en ese momento cuando debes ser más
exigente, pero la exigencia debe ser hacia uno mismo, no hacia los demás.
Entiendo esta exigencia como una presión saludable para no
olvidar que tienes un jardín que debe regarse constantemente, y no importa
cuánto lo hayas regado en el pasado, si dejas de hacerlo ahora, morirá.
Mark Brouwer; “Un hombre solo es líder cuando un seguidor se para a su lado”
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