Hoy quería hablaros de los diferentes perfiles directivos o los
más comunes. De esta forma, cuando os vaya dando ejemplos de actuaciones, os
será más fácil identificarlos.
A mi entender, si nos basamos en sus actuaciones, podríamos
clasificar los estilos directivos en tres principales perfiles:
1) El que no hace, pero deja hacer
2) El que lo hace todo y no deja hacer
3) El que hace y deja hacer
Yo me conformo con el primero, me encanta el tercero y no
soporto al segundo.
El primero es un jefe (no diré líder) cómodo, no aporta
mucho al equipo, pero tampoco frena la iniciativa. Este directivo normalmente
se rodea de buenos colaboradores porque sabe y entiende que su supervivencia
depende de la calidad de los de abajo. Si sabe mantener las piezas muy
coordinadas y afinadas es bastante satisfactorio. Es un perfil muy común y
aunque no nutra mucho el equipo sí que les da reconocimiento y espacio.
“Fairplay”.
El segundo es el que yo denomino modelo Superman: Yo lo sé
todo, yo lo decido todo y lo que exijo es ser obedecido y que mis órdenes se
ejecuten de forma ágil y sobre todo sin discusión. Solo es apto para equipos de
dirección mediocres que valoren más el estatus que el desarrollo profesional. Y,
además, con este perfil se produce un fenómeno extraño que es la delegación
inversa y que consiste en que como los empleados saben que todas sus
iniciativas o propuestas serán criticadas, retocadas o aniquiladas, lo que
hacen es delegar al de arriba la total actividad. Este ejemplar no deja que su
equipo tome las decisiones que le corresponden, según ámbito de competencia y
responsabilidad. Se cree (y lo hace) que tiene que decidirlo todo. Es de perfil
omnipresente y omnipotente. No se da cuenta de que mientras está enredado
tomando las pequeñas decisiones se le escapan las grandes. Son líderes pequeños
que no harán avanzar la organización, pero sí engordarán su ego. Este liderazgo
condena al equipo a la parálisis y la inseguridad. Este equipo no crecerá y en
el mejor de los casos se acomodará y empobrecerá.
Hay un profesor del IESE, Miguel Ariño, que ha escrito un
artículo que no puede explicarlo mejor. Dice lo siguiente: “hablamos de
directivos que fomentan el diálogo en su empresa, pero que a la hora de la
verdad solo permiten que se opine lo que ellos quieren oír.
Cuando en un equipo de dirección no se admite diversidad
de puntos de vista acaban adquiriendo protagonismo los profesionales mediocres
sin opinión, que están dispuestos a opinar lo que el jefe quiere que se
opine. Son cortesanos con poco prestigio, pero que se mueven con aires de
importancia porque la dirección les tiene en cuenta. Esta actitud de
servilismo es premiada por los jefes, que al ver que estos aduladores siempre
están de acuerdo con lo que ellos proponen los tienen en gran
consideración. Todo el mundo es feliz.
El problema es que los profesionales
competentes y con personalidad, que no están dispuestos a doblegarse y a opinar
lo que no opinan, acaban frustrándose y son relegados a un tercer plano en la
organización”.
¡Cuánta razón!
La semana que viene seguimos con el tercer perfil.
Hasta la próxima
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